lunes, 11 de junio de 2012

LA HISTORIA EN VIVO Alejandro Hernández Ochoa (1º ESO B)

LA HISTORIA EN VIVO

por Alejandro Hernández Ochoa (1º ESO B)


Alejandro es un niño normal, de doce años al que le gusta mucho la Historia. Él vive en un pequeño pueblo de La Rioja, Santa Eulalia Bajera, pero baja a Arnedo a estudiar.
Un día normal, Alejandro estaba esperando al autobús y cuando llegó, subió. Todo estaba como cualquier otro día: el conductor, Fermín, salundándolo; él y su compañero de asiento, Ángel, vigilados por la cuidadora, Tere.
Pero esta vez, el autobús no los llevó al instituto IES Celso Díaz, sino al lugar donde estaba situado, pero en el año 40 a.C., en plena conquista romana de la Península Ibérica.

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Allí donde se encontraban todo estaba tranquilo, menos en un sitio: el castillo. Ahí estaban peleando los celtíberos con uñas y dientes para no ser conquistados. En el autobús, que era ahora un gran carro de madera tirado por diez caballos, nadie daba crédito a lo que veía. Multitud de chavales miraban atónitos cómo sus móviles solo servían para echar fotos y jugar con ellos, por lo que estaban solos en ese lío, nadie podía ayudarles. Tere y Fermín, como adultos que eran, pensaban que sus ojos les estaban jugando una mala pasado, pero no era así, eso era real.
Alejandro miraba aterrado y fascinado a la vez el panorama a su alrededor. Encima de ellos había una gran batalla en la que no podía hacer nada debido a que ya sabían el final. Así que intentaron volver al 2012 como habían llegado al 40 a.C.: haciendo avanzar el autobús, pero… ahora estaban mucho peor… ¡habían llegado al Paleolítico! Ya no tenían ni autobús, solo un gran tronco de madera hueco, parecido a una barca. Todos miraban a su alrededor: había selva donde antes estaba Arnedo. A lo lejos vieron una tribu de homo erectus que se iba acercando hacia ellos gritando cosas en un lenguaje ininteligible. Mientras, Alejandro iba sacando fotos con su móvil, pues aquello que veía sabía que no se iba a repetir nunca. Después, a Fermín se le ocurrió una idea:
-Si avanzando con el bus retrocedemos en el tiempo, marcha atrás irán pasando los años- sugirió.
-Vamos a intentarlo, porque si no vendrán esos hombres prehistóricos y nos matarán- dijo Alejandro.
Lo intentaron y funcionó, pero iban muy despacio debido a la falta de ruedas. En unas horas llegaron a la Edad de los Metales, y allí consiguieron cuatro ruedas y una vela.
Con esto, avanzaron lo suficiente como para llegar al siglo XIX, en plena Guerra de Independencia Española. Mientras, Alejandro iba explicando a Ángel, Tere, Fermín y los demás chavales del autobús lo que pasaba, ya que él sabía mucho de Historia. Ahora ya tenían un buen medio de transporte, aunque era muy antiguo. Pero en plena guerra, el autobús pinchó debido a un balazo. Sólo había una opción: tirar de él. Llegaron hasta los años de Guerra Civil Española, ya con un buen bus, pero sin comunicaciones, por lo que aún estaban solos.
Seguían avanzando y… ¡lo consiguieron! Llegaron al 2012 sanos y salvos. Eran las dos y diez, hora de volver a casa. Había sido como un día de excursión, pero mucho más emocionante.
Y de repente… Alejandro se despertó. Todo había sido un sueño. Era sábado, sin instituto. Sin embargo, de sopetón, se acordó de la última vez que recordaba haberse ido a dormir: fue el jueves. Se levantó de golpe corriendo hacia donde estaba su bonito Samsung GT-s3370 y... ¡estaba lleno de fotos de distintas épocas!
¡No había sido un sueño, había ocurrido de verdad!

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